miércoles, 26 de enero de 2011

¡Me gusta oír tu risa!


-Por la noche mirarás las estrellas. No te puedo mostrar dónde se encuentra la mía, porque mi casa es muy pequeña. Será mejor así. Mi estrella será para tí una de las estrellas. Entonces te agradrá mirar todas las estrellas...Todas serán tus amigas. Y luego te voy a hacer un regalo...
Volvió a reír el principito.
-¡Ah!, hombrecito...hombrecito...¡Me gusta oír tu risa!
-Precisamente, será mi regalo...Será como con el agua...
-¿Qué quieres decir?
-Las gentes tienen estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías. Para otros, no son más que lucecitas. Para otros, que son sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas no hablan. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido.
-¿Qué quieres decir?
-Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!
Y volvió a reír.
-Y cuando te hayas consolado estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás deseos de reír conmigo. Y abrirás a veces tu ventana, así...por placer...Y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando el cielo. Entonces les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír", y ellos te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada...
Y volvió a reír:
-Será como si te hubiera dado en lugar de estrellas un montón de cascabelitos que saben reír...



Y, tendido sobre la hierba, lloró. (Pag. 66)


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